C238: Vamos a empezar una masacre.
Mientras tanto, en el cabaret clandestino, lejos del lugar donde Jordan estaba encerrada, el único sobreviviente del atentado en el local de Reinhardt por fin comenzaba a despertar. Había pasado varios días inconsciente, sumido en un estado febril, incapaz siquiera de hablar. Su cuerpo aún estaba débil y su mente confusa, así que necesitaba tiempo para recuperarse. Pero poco a poco, entre vahídos y desorientación, sus sentidos regresaron, y finalmente pudo pronunciar su nombre: Elias.
Fue Charlie quien se encargó de interrogarlo. Reinhardt habría perdido la paciencia, y quizás habría recurrido a los golpes, pero Charlie sabía que esa no era la manera con un hombre como él. Elias, todavía débil, se encontraba sentado sobre una cama, y Charlie lo observó en silencio unos segundos antes de hablar con tranquilidad.
—Escúchame, Elias. Sé que estuviste implicado en el desastre que destruyó el cabaret de Reinhardt —comenzó—. Sé que entraste allí con la intención de morir, y creo que la tortu