C235: Esa valentía no te durará mucho.
El látigo surcó el aire con un zumbido cortante antes de estrellarse contra su espalda desnuda. Un crujido seco y el ardor le arrancaron una punzada que le hizo temblar todo el cuerpo, pero sus labios permanecieron sellados. El dolor era real, lacerante, pero no haría el menor ruido. No le regalaría eso a Zaid. No gritaría.
El segundo azote cayó justo sobre el primero y el cuero hendió la piel ya enrojecida, abriendo una línea que enseguida comenzó a inflamarse. El ardor se intensificaba con cada golpe, cada uno más preciso, más cruel que el anterior. La espalda se le fue cubriendo de marcas largas y enrojecidas, algunas cruzadas, otras paralelas, pero todas latientes. En ciertos puntos, el látigo volvía a golpear sobre el mismo lugar, castigando la zona una y otra vez hasta hincharla, hasta que la piel parecía a punto de abrirse.
Jordan apretó los dientes tan fuerte que pensó que podría romperlos. Se mordía los labios, se mordía la lengua. Tenía los ojos llenos de lágrimas, pero no d