Jordan permaneció con la mente atrapada en un remolino de pensamientos que no parecían conducir a ninguna parte. Lo que había ocurrido con Reinhardt en su habitación había sido tan inesperado como intenso, y aunque en el momento se dejó arrastrar por la situación, ahora el peso de la realidad lo alcanzaba con toda su crudeza. Había disfrutado cada instante, cada roce, cada fragmento de cercanía, pero sabía que no podía permitirse caer en aquello otra vez. No debía. ¿Qué sería de él—de ella—si Reinhardt llegaba a descubrir la verdad? No se trataba solo del peligro de ser desenmascarada, sino del riesgo mucho mayor que implicaba el desconocimiento total de lo que Reinhardt realmente sentía por él.
El Jefe nunca le había hablado sobre sus sentimientos. Reinhardt nunca le había confesado abiertamente que le gustaba, nunca pronunció palabras que despejaran cualquier duda. No existía ninguna certeza, solo impresiones vagas, gestos ambiguos, una manera de mirarlo que podía interpretarse de m