C108: Me gusta cuando lo traes suelto.
Isabella sintió que su corazón estaba a punto de explotar dentro de su caja torácica cuando Zaid continuó acercándose a ella con pasos lentos y decididos. Su presencia llenaba la habitación de una ansiedad sofocante, como si el aire mismo se hubiera vuelto irrespirable con su sola existencia. Entonces, Isabella levantó una mano con firmeza, estirando los dedos en un gesto claro de advertencia.
—Detente. No te acerques más —impuso.
Zaid, sin embargo, ignoró su súplica por completo. Una sonrisa apenas perceptible se asomó en sus labios mientras continuaba avanzando con la seguridad de alguien que ya ha tomado una decisión inamovible.
Isabella sintió su pulso acelerarse y, en un acto reflejo, comenzó a retroceder, un paso tras otro, sintiendo cómo la distancia entre ellos se acortaba peligrosamente. Su espalda finalmente chocó contra la dura superficie de la puerta y un escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de que estaba acorralada.
Zaid se detuvo apenas a un suspiro de distancia