Connor sentía que el corazón le iba a estallar. Apartaba a la gente como podía sin dejar de gritarle, hasta que fue capaz de alcanzar su brazo y hacer que aquella mujer se girara.
—¡Baby…!
La muchacha se bajó los lentes oscuros, dejando ver unos ojos negros que eran dos pozos sin fondo y lo miró de arriba abajo sin permitir que ni una sola emoción alterara su rostro.
—Disculpe, pero ese apelativo cariñoso lo reservo solo para mi marido… y usted no se parece en nada a él.
Connor se quedó atónito mirándola.
—¡Virginia…! —sentía el corazón en la garganta. Las manos le temblaban, tenía los ojos cristalizados y una angustia que apenas lo dejaba hablar—. ¡Virginia…!
Intentó llegar a ella y abrazarla pero la muchacha puso las dos manos abiertas frente a él,