Capítulo 43: Mi conversación con la anciana del pueblo.
CUBARÁ.
Toco la puerta de la vivienda de la anciana y me recibe la mujer que vive con ella y que está a su cuidado.
—Buenas tardes.
—Buenas tardes ingeniero, pase adelante, Madre lo está esperando.
Allí está sentada en su poltrona de madera hecha por los hombres del pueblo, es una silla muy parecida a un trono en cuyo respaldo tiene tallado al sol y la luna.
La anciana está rodeada por cojines floreados y sus hombros están cubiertos por una manta tejida de muchos colores, en verdad parece una reina con su pelo largo canoso y su cara llena de arrugas que encierran la sabiduría y el trabajo de muchos años.
—Buenas tardes Madre, -me acerco, me arrodillo y le doy un beso en la mano, ella inclina su rostro y me da un beso en la frente.
—Buenas tardes hijo, toma asiento por favor.
Me siento en una silla frente a ella, no puedo negar que estoy sumamente nervioso, la anciana me mira y siento como si desvistiera mi alma, mi corazón frente a ella es