Adam
—Buenos días, cuñado —saluda Alvin, entra a la cocina y mira lo que preparo—. ¿Ganando puntos o te estás resarciendo?
Señala la sala, donde están la cobija y la almohada doblada. A dormir al sofá como un niño malo, al menos tuve la compañía de nuestros gatitos, y por nada en el mundo vuelvo a dormir en el piso. Ni en mis peores días lo había hecho.
—Un poco de ambas.
Termino de servir los huevos y acomodo los platos junto al café recién hecho y el té de frutos rojos para mi Minina. Vaya que tengo que arreglar lo que hice anoche. No tengo idea de cómo mi mano terminó en su... en su dulce y húmeda vagina. De sólo recordarlo, los vellos de mi nuca se erizan, incluso mi boca saboreó ese delicioso néctar que dejó en mis dedos, sonrío cuando le repito mentalm