—¡Por supuesto! — aseguró Benedicto y sonrió al soltarlo — yo me encargaré que tu velada sea única – respondió sin dudar.
—Entonces ten — le dijo el rubio y le lanzó las llaves de su departamento mientras se retiraba al interior del gimnasio.
—¡Hey jefe! — le gritó al tenerlas en sus manos. —Regina es muy linda, y si me lo preguntas, no creo que el amor humano sea tan malo — finalizó al guiñarle un ojo.
Aunque su segundo al mandos y amigo no la mencionó, sabía que no haría ese tipo de cosas por nadie… y aunque no conocía bien a Regina, ella parecía del tipo de chicas que aprecian algo como eso.
Giovanni negó en silencio y solo alzó su mano para despedirse, Benedicto sonrió y se giró para comenzar con la que consideraba una misión de parte de su casi hermano.
—Pensé que no vendrías hoy — saludó Barbara ocultando su molestia al casi verse descubierta.
Giovanni la vio de reojo al ingresar al gimnasio —solo tuve cosas qué hacer — respondió con simpleza y sin detenerse.
La chica frunció lo