Miguel miraba por la ventana, deseando repentinamente un cigarrillo. ¿Qué pensaba hacer? Aún no lo había considerado.
—Miguel, ¿todavía amas a Laura? —Manolo nunca había podido entender completamente a Miguel, quien ocultaba sus sentimientos demasiado bien.
—Si no hay nada más, voy a colgar —Miguel no quería hablar sobre Laura, pues su repentina aparición le había impactado demasiado y aún no se recuperaba del shock. ¿Cuándo tendría tiempo para pensar si todavía la amaba o no?
—¡Si la amas, ve tras ella! Después de todo, ¡ustedes tienen un hijo! —Manolo no había conocido a Samuel, ni sabía si era niño o niña.
Miguel apretó los labios y colgó el teléfono. Laura y Santiago ya estaban casados; incluso si todavía amaba a Laura, lo suyo era imposible. Lo único que podía hacer ahora era recuperar a su hijo.
Cuando este pensamiento surgió en su mente, Miguel se quedó paralizado por un momento, pero rápidamente recobró la compostura. Disputar la custodia del niño con Laura... seguramente ella