Manuela empujó la puerta y, al ver a Laura sentada en el suelo, la cerró de inmediato y corrió hacia ella.
Había visto al jefe salir furioso momentos antes, por eso se apresuró a entrar, pero no esperaba encontrar a Laura en ese terrible estado.
¿Acaso el jefe la habría golpeado?
¿Estaría herida?
¿Debería llamar a la policía?
Mientras se acercaba a Laura, mil pensamientos cruzaban por su mente.
—Ayúdame a levantarme —le pidió Laura extendiendo su mano al ver a Manuela.
Sus piernas simplemente no tenían fuerzas.
Manuela la ayudó cuidadosa a sentarse en el sofá y le sirvió un vaso de agua.
—Laura, toma esto.
Laura permaneció en absoluto silencio y Manuela no se atrevió a preguntar. Al fin y al cabo, era un asunto personal.
Laura tomó temeroso el vaso, agradeciéndole con un suave "gracias".
Después de beber, su mente comenzó a aclararse de forma gradual. Repasó mentalmente lo sucedido, buscando una solución.
Manuela, sin atreverse a interrumpir sus pensamientos, permaneció sentada en sile