Años después
Narra Arianna
El hombre de cejas pobladas y barba perfectamente cuidada, termina de leer la última página del manuscrito observándome de forma inquisitiva, lo que me hace preocuparme más.
‘¡¿Me he retrasado por esto y no lo van a aceptar?!’ me quejo mentalmente.
— Dígame algo, señorita Thompson…
— ¿Sí? — pregunto preocupada.
— ¿Es está su historia?
— ¡Claro que no! — digo ruborizada.
— Entonces, ¿la ha plagiado? — pregunta el hombre.
— Tampoco…
— Entonces…
— Lo que ha leído es la información que he reunido de los diarios de mi madre. — respondo rápidamente, porque no quiero avergonzarme más.
El editor aleja su mirada de mí y afloja un poco su corbata. Sin duda, es el efecto Thompson. Pero, en este caso no es por mí, si no, por la vida lujuriosa de la señora Marcela Thompson.
— ¿Tienes la autorización de ella para publicar el libro?
— Sí, claro. — miento.
— Que bueno, porque ya han sido publicados en físico. — dice el hombre entregándome un libro que parece u