Chris.
Estábamos en el balcón del hotel y al aire libre. El viento nocturno nos golpeaba, sobre todo el cabello de Lilia. La vista era directa a la playa, por mucha oscuridad que hubiera, la luna se reflejaba en el mar.
—Te quería hablar sobre un tema serio —Rompí el silencio y junté ambas manos sobre la mesa.
Ella bebió un sorbo de jugo, mirándome con una ceja alzada.
—¿Ahora qué pasó? No me digas que se trata de algo malo…
—No, nada que ver. Desde que Viktor y los Rosset murieron, el dominio completo del territorio lo tenemos nosotros —expliqué, para dejarla tranquila—. Ahora sí soy el puto amo.
—Sin groserías, Chris.
—Lo siento, era para que lo tengas en cuenta —reí—. En fin, es sobre nuestros hijos. Ya sea que tengamos uno, dos o tres.
—¿Qué tienen?
—Van a tener que ser parte de mi mundo y lo sabes… —Me puse más serio.
Por eso Charles adoptó a dos… Su hijo murió y necesitaba un sucesor para que controlara a la familia Benett.
Y así continuaba por el resto de l