Julieta
Los vampiros eran más que bienvenidos a Ciudad Ónix, pero nunca vi a un vampiro ser tan esperado, adorado y querido como Fabrizio. Era antiguo, elegante y, desde que lo conocí, tenía una gran sonrisa. Creo que se debía especialmente a que había encontrado a su muy especial compañera, Margarita. Ahora mismo llevaba una flor de ese tipo en el bolsillo de su chaqueta. Antes decían que era un vampiro taciturno, serio… no podía imaginarlo así.
—Es tan bueno volver a verte, jamás imaginé que volveríamos a encontrarnos —indiqué. Había ido a trabajar con él y con Margarita como parte de mis investigaciones de medicina, un área secreta: medicina sobrenatural, de los seres de la noche.
—Era una joven estudiante, inteligente y curiosa como nunca vi. Mi flor decía que eras especial, que estabas llamada a ser algo grande. Y tenía razón, como es usual. Ahora eres Luna de Ciudad Ónix. Mi amigo alfa Damian ha sido bendecido por la Luna —indicó el vampiro con una sonrisa deslumbrante. Sus pala