El sol de la mañana iluminaba el rostro apuesto de Devan, su exjefe y futuro esposo. Su semblante firme se veía tan hermoso a los ojos de Sarah, quien acababa de abrir los suyos. La noche anterior la habían pasado con una pasión ardiente, en contraste con el frío ambiente de la habitación. Sarah en realidad quería disfrutar de la belleza de la noche, pero el deseo incontenible de Devan la había llevado a la cima del placer, dejando rastros de dolor en la base de sus muslos, cintura y pecho.
Con cuidado, Sarah se levantó para no despertar a Devan. Se dirigió al baño para limpiar los restos de su intimidad. Aún sentía la pegajosidad, e incluso el líquido del amor seguía en sus muslos. El chorro de agua fría mojó su cuerpo, refrescándola. Cerró los ojos, disfrutando del suave masaje de la espuma en su hermoso cabello, ese cabello que Devan solía besar. Enjabonó todo su cuerpo, soplando las burbujas con alegría, como una niña que acaba de recibir un juguete nuevo.
Sin que Sarah se diera c