Hiz respiraba agitado. Veía a los guardias que intentaban levantarla del piso.
—¡Suéltenme! —gritó ella y soltó con fuerza el agarre de los hombres.
Se levantó de un salto, con los ojos llenos de llanto. Empezó a correr hasta llegar al elevador.
En vista de que su amiga había bajado por las escaleras, decidió bajar por el elevador y alcanzarla. Pero, cuando llegó al primer piso, no encontró a Dane.
—¡¿Has visto a Dane?! —preguntó a sus compañeros.
—No.
—No, ¿por qué?
—¿Dane?, ¿no estaba contigo?
—Nada, solo la vi cuando subió a verte.
Hiz corrió hasta la recepción y se encontró con los guardias de los Plumas.
—¿Dónde está Dober? —preguntó.
—El Mando Segundo salió a hacer un recorrido por la zona —respondió uno de ellos.
Hiz trató de calmarse en vista de que ya varios de los allí presentes ponían sus ojos en los guardias y en ella.
Debía pensar un plan y no podía hacerlo si estaba alterada.
—¿Quiere que le avise al Mando Segundo? —preguntó el mismo guardia.
—Eh… no —Hiz pasó una mano p