El joven corrió a él y tomó el pañuelo, enseguida, se arrodilló frente al hombre para comenzar a limpiarle el zapato con mucha agilidad, como si aquello fuera la cosa más importante que le habían ordenado en su vida.
Cuando terminó, se levantó con la cabeza gacha y extendió el pañuelo al hombre. Pero éste le manoteó los brazos con fuerza, haciendo que el pañuelo volara de las manos del chico y cayera al piso.
—¡¿Cómo crees que voy a aceptar algo tocado por escorias como tú?! —soltó con tono de repudio.
—Mil disculpas, señor —comenzó a decir el chico una y otra vez.
—Largo.
El jovencito salió corriendo a esconderse entre los espectadores. Mientras, él peinó su cabello con una mano e inspiró hondo, sintiéndose con su orgullo renovado.
Comenzó a caminar rumbo a la entrada del viejo hotel y fue seguido por un grupo de Plumas.
Cuando los espectadores comenzaron a dispersarse, un grupo de compañeros de Hiz corrieron a ayudarla.
—¿Estás bien? —Empezaron a preguntar mientras la ayudaban a lev