Capítulo 79- Poco a poco

Ery no regresó a dormir tampoco hoy. Van dos noches desde entonces, nuevamente amanece y Chiara continúa sin dirigirme la palabra así que tampoco puedo salir a entrenar. Hershey también me ha dicho que no estuvo bien interferir de esa forma con los asuntos del Alfa y que los cambios que he sugerido son demasiado arriesgados pues nadie aceptará eso.

Al menos Ery me hizo caso y no ha regañado a Milo por cocinar en la manada. Tampoco he recibido las horribles comidas de siempre, en su lugar pude pedirle a Beta Milo que preparara comidas deliciosas, me da igual que sea mal visto hace mucho que no comía algo decente. Mientras apoyo mi cabeza sobre el mostrador de la cocina me pregunto por qué es tan complicado el cambio para estos lobos retrogradas.

—Luna, no está bien que pelee con el Alfa para defenderme. —Dice Beta Milo acomodando un cuenco de sopa frente a mí el cual tomo de un solo sorbo ¡Deliciosa!

— ¡Claro que sí! ¡Todos deberían tener derecho de hacer lo que les gusta independientemente del rango que se tenga!

—No un Beta, mi Luna.

—Además, tu si sabes de cocinar y tienes buen gusto. No como esos platillos insípidos, crudos y mal hechos que me sirven todas las mañanas. Menos mal que Ery finalmente dejó de asignarme ese ser con las papilas atrofiadas.

—Luna, es el Alfa quien prepara sus comidas. —En ese momento suelto lo que sea que me había llevado a la boca y lo miro sorprendida—A riesgo de que algún traidor envenene sus alimentos y también como un gesto por su pareja.

—Oh, mi dio...sa... —Me llevo la mano a la boca— ¿También las frutas inmaduras y verdes las cosechó él?

—Así es. De hecho hace un tiempo incluso comía frutas esperando…em… adaptarse a los gustos de su Luna.

No tenía idea...

—De acuerdo, el Alfa no pidió nacer con carencia de papilas gustativas, aun así…

—Por el contrario mi Luna, su sentido del sabor es más alto que el de cualquiera es por eso que no usa sal ni aditamentos en sus alimentos. El mínimo grano de sal le sabe demasiado. Tambien puede detectar sabores por separado... excepto en el acónito pero eso fue porque estaba medio loco esos días.

Así que por eso no lo hace… pensé que como es una extensión de mi ex jefe (quien es un m*m0n) come de esa forma por su régimen estricto de no mezclar las cosas.

Incluso el gran averno de Lupus en su oficina está cuidadosamente acomodado, no hay nada fuera de su lugar. En la universidad no podía mezclar los papeles y siempre tenía orden.

Ery también lo hace, su estudio es un averno de Lupus 2.0 donde a pesar de que escribí mal y hay una gran mezcla de tiempos entre los objetos, todo está ordenado con estricto régimen.

—Pensé que come de esa forma porque es un aburrido.

—No es aburrido, es demasiado perfeccionista. Aunque entiendo sus razones, si crees nacer como un error es lógico que quieras evitar que tus errores se vean.

Por algún motivo que me diga que Ery es un error es algo que me molesta y no puedo evitar las ganas de querer gruñirle.

— ¡Ery no es un error!

—Nacer con tanto poder que absorbas la vida de tu madre no es algo común entre nosotros, Luna.

— ¡Aun así él no es un error por nacer!

—No lo es. — Dice tomando el plato de comida que he dejado a la mitad—Solo es un arrogante pretencioso y petulante Alfa nefasto.

Son justo las palabras que dije cuando golpeaba la almohada. 

Trago y se escucha el sonido grueso y seco.

—Tal vez me pasé un poco…

—Para nada, no es culpa de mi Luna que el Alfa se haya enfadado. Fue decisión suya esforzarse por agradar a la pareja que desde el primer momento en que fueron unidos por la luna le humilló frente a toda la manada asegurando que el único valor y hombría que tiene está entre las piernas.

—No lo dije de una forma tan humillante ¿o sí?

Milo sirve otra porción de sopa y me da el cuenco en las manos.

—El Alfa es perfecto en lo que le compete, en la cocina es un absoluto fracaso. Todos hemos sido testigos de ello y algunos hemos sido sus desafortunados casos experimentales. También he presenciado con mis propios ojos cuánto se ha esforzado a pesar de los desastrosos resultados y que Bertha casi se desmaya al ver incendio en la cocina.

Además de no gustarme esos alimentos también rara vez me los he terminado. Al final acabábamos discutiendo por algo de todas formas en especial cuando me hablaba de manera obscena. Así fueron esos primeros meses de convivencia.

—También he sido testigo del cambio en mi Alfa, desde sus esfuerzos torpes hasta sus pequeños logros por complacer un poco a su testaruda Omega.

Ah… en estos momentos siento como si fuera la mala del cuento… Creí que sería bueno dejar de juzgar a los demás miembros de la manada y conocerlos por quienes son, me dejé llevar un poco al saber que Milo tiene un sueño porque al inicio lo creí igual a Liam y su falta de talento para cocinar. En cierto modo quisiera enmendar mi cargo de conciencia haciendo algo por todos ellos en lugar de pensar solo en mí como antes.

—Luna, servir como segundo al mando de mi Alfa es también un sueño maravilloso que estoy dispuesto a cumplir. Es un honor---

—Pero no es lo que quieres ¿cierto?

—Proteger a mi mejor amigo si lo es.

— ¿Entonces por qué no tomas ambas? Puedes ser Beta y continuar con tus experimentos culinarios. Si te apena que se enteren podemos encontrar un horario…

—No podría seguir mi sueño tranquilamente sabiendo que mi Alfa discute con su pareja por eso.

—No discutí con él solo porque se niega a aceptar que hay cosas que tienen que cambiar…

— ¿Entonces?

—Lo que me dijo me hizo recordar algo doloroso. Por eso le respondí con hostilidad.

—Dudo mucho que las haya dicho con la intención de ofender a mi Luna, recordemos que el Alfa es algo…

— ¿Tonto?

Milo esboza una pequeña sonrisa. Lo sé, es muy tonto para expresarse.

—Tal vez te sea difícil adaptarte a nuestras costumbres dentro de la manda, para un lobo la división de rangos lo es todo. Alfa Ery no ha sido el mismo desde aquella noche del festival de la cosecha, poco a poco han cambiado tantas cosas aquí incluso si no se notan para mi Luna.

— ¿Cambios? ¿Cómo cuáles?

—Para empezar el Alfa dejó de usar el campo de entrenamiento para desquitarse. Al menos desde que su Luna lo puso en su lugar— Suelta una risa involuntaria—perdón, como mi mejor amigo aun me sorprende verlo así de cambiado.

Mientras como del “caldo de oso” que preparó Milo, sorbo un poco del líquido caliente y espeso del pescado. Así que cambios poco a poco… Pienso en todo ello y me percato de que no solo Ery ha cambiado en este tiempo, yo también…

Puedo pelearme todo lo que quiera y discutir por estos asuntos con Ery. Al final solo soy un intruso en el cuerpo robado de la protagonista principal. Soy humana y no logro comprender completamente las reglas de la manada Silivia así como su denominado “orgullo Alfa/Beta” pero si fuera todo al revés… seguro podrían entender un poco lo mal que se la pasa un omega por el simple hecho de nacer de esa forma.

Espera, si un Alfa solo puede seguir lo que compete a su rango así como un Beta y un Omega… ¿Entonces sus actos en la cocina no fueron mal vistos para aquellos que le vieron hacerlo en la manada?

—Preparé una porción sin sal ni aditamentos ¿Puede llevarle esto, Luna?

Tomo el cuenco y sin decir nada más salgo de la cocina.

‘—Luna, el Alfa está en su oficina.’ Dice la voz de Beta Milo en mi cabeza.

¡Gracias Milo!

En cuanto llego al pasillo y encuentro su puerta sonrío levemente, es demasiado familiar todo esto. Antes yo tocaba una puerta parecida a esta, esperaba una voz que me obligaba a pasar y temía a su mirada fría.

Lo que hay detrás de esta puerta es un Alfa molesto, yo también lo estoy… un poco. Toco la puerta pero él no responde entonces saco uno de mis broches para el cabello y manipulo la manija como suelo hacerlo a veces desde que llegué a esta novela extraña que escribí solo por dinero.

— ¡¿Quién abrió la jod---?!

Ambos son muy parecidos. Pero Ery es más razonable, su mirada me lo dice, él también no puede soportar que estemos enfadados.

Nos vemos en silencio y camino hasta su escritorio dejando el cuenco con sopa.

—Milo dijo que no has comido nada en todo el día. Descuida, no tiene sal.

Nuevamente se hace el silencio y nos miramos sin saber quién debe dar el primer paso. Si llegara a suspirar estoy segura que haría eco en este lugar.

—Dile a Milo que lo comeré.

—Eso haré.

Silencio. Frío y sofocante silencio.

Chiara gruñe en mi interior o quizá es mi estómago por comer demasiado.

No quiero que pase otra noche más sin él, que mi conciencia no me deje dormir tranquila después de saber que le he ofendido de la peor manera aplastando sus esfuerzos. Recuerdo la comida quemada, las verduras aunque casi nadie las come, siendo cortadas por este Ery orgulloso y perfeccionista, seguro se habrá frustrado al no quedar exactamente como quisiera.

—Lo siento. —Digo sinceramente.

Ery levanta la mirada y me muestra su expresiva sorpresa. Eso también ha cambiado, sus expresiones son más claras y a veces hasta puedo entender a lo que piensa sin necesidad de palabras.

—Aunque no lo sabía no estuvo bien que yo criticara aquello por lo que has puesto tanto esfuerzo.

Ery gruñe y creo que lo he molestado más.

— ¿Quién fue el traidor que te lo dijo?

— ¿Vas a castigarle? De ser así jamás te lo diré.

Ery vuelve a gruñir y mira hacia un lado evadiendo mi mirada.

— ¿Qué tiene de vergonzoso eso? ¡No debería ser un secreto ni debería estar prohibido que un Alfa quiera aprender algo que no es “digno de su rango”!

—Cady, tú nunca lo entenderás porque no eres un lobo.

Ok, eso sí me caló hondo. Respiro y exhalo antes de enfadarme, recuerdo que no vine aquí a pelear ni a explotar por las estupideces que me diga.

—Sí, ya sé que soy un intruso, un error en el cuerpo de---

— ¡Incluso si fuera así, para mí no eres un error!

—Tú tampoco lo eres. Si alguien se atreviera a llamarte un error frente a mí, lo quemaré con el fuego de Chiara.

—Tch.

Ery chasquea la lengua al notar que casi hablamos con mayor naturalidad, entonces se voltea y sigue sin verme a los ojos. Al menos sé que no me considera una completa molestia, por el contrario se contiene porque sabe que no soy un lobo en parte.

Ya comenzábamos a llevarnos mejor, basta con algunas discrepancias para que todo caiga en picada, no quiero seguir así.

—Gracias. — Digo en una palabra sincera y real.

Ery esta vez me ve a los ojos y sonrío.

—No diré que sabe bien porque tampoco es bueno mentir, sin embargo pude sentirlo, el esfuerzo que has puesto en cada uno de esos alimentos. Si está mal que un Alfa cocine solo entonces no dirán nada si es una actividad con su Luna ¿cierto?

Tomo su mano y la acomodo en mi mejilla. Ya es un hábito que tengo demasiado marcado.

—Puedo enseñarte a cocinar o podemos hacerlo juntos, prometo no usar casi sal ni azúcar, podemos preparar todo a tu gusto… incluso encontrar algo que nos guste a los dos.

Ery suspira y su mano se extiende acariciando mi mejilla. Incluso si fue porque me enfadé con él, le extrañé tanto como ni siquiera yo misma tenía idea.

—No es que me desagrade la sal, Cady. —Dice finalmente y su sola voz hace estremecer todo dentro de mí—  No lo uso porque me gusta apreciar los sabores por separado.

— ¿Entonces aquella vez que cociné el pollo en adobo en leña te desagradó?

Ery sonríe y suelta una pequeña risa.

—Me gustó mucho. Incluso si fuera algo exageradamente dulce lo comería si lo hiciste tú. Además, el sabor fue muy bueno y lo fue más porque ese día me enseñaste a pedir un deseo con un hueso de pollo.

Había olvidado ese detalle, la primera vez que nos sinceramos e hicimos una promesa de dejar malos hábitos. Lentamente yo también he cambiado. Entonces el agarre en la mano de Ery se tensa y me mira con seriedad.

—No quiero perder ninguno de esos recuerdos preciosos, Cady.

Por alguna razón hay cierto malestar en la forma en que lo dice. Tomo su mano con más fuerza intentando liberarlo de esa tensión.

—No necesitas perderlos, Ery. Aquí la única con mala suerte para olvidar ciertos detalles soy yo, por eso cada noche apunto todo eso, así no perderé ningún detalle después.

— ¿Y si eso no es suficiente? — Ery me abraza con fuerza y puedo sentir el temor que emana.

—Entonces tú te encargarás de recordármelo.

— ¿Y si quien lo olvida soy yo?—Entrelaza sus dedos con los míos como si yo fuera a desaparecer en cualquier segundo.

¿Por qué Ery perdería esos recuerdos? ¿Se refiere a un resteo completo si muero?

—Entonces yo seré quien te lo recuerde a golpes.

Ery se ríe, libera mi mano y junta su frente con la mía. Abrazo su cuerpo envolviendo mis brazos en sus hombros, no podemos besarnos por el veneno así que solo puedo ofrecer esta cercanía.

—Dime ¿entonces vas a desistir con esa idea extraña de ir en contra de los designios divinos de rango?

—No, Ery. En eso jamás te daré la razón.

Ery me deja de abrazar y vuelve a gruñir. En cuanto se da la vuelta le tomo por el brazo y me aviento a su espalda. 

—La dueña de este cuerpo solo tiene el destino de casarse con el Alfa y vivir medianamente decente, si no fuera que se le ha dado el designio como pareja del Alfa su destino sería ser rechazada como omega por la manada entera.

Él sigue sin voltear a verme pero sé por su respiración que me escucha y en cierto modo está procesando en su cabeza esa imagen.

—Así como Candace hay más omega que son sirvientes por nacer como tal. Jamás podrán aspirar a tener algo más en sus vidas por mucho que se esfuercen…

Volteo a Ery y lo obligo a verme a los ojos.

— ¿No lo ves? ¡Un Alfa dulce y encantador como tú debe esconderse en la cocina, amenazando a los testigos porque ha hecho algo que no es digno de su lugar! —Le tomo por la camisa y lo jalo hacia mí— ¿No te parece absurdo, Ery? ¿Acaso nadie puede perseguir un sueño y obtener los frutos al alcanzarlo por medio de su esfuerzo?

—Cady… lo que me pides es un cambio demasiado grande.

Lo sabía, un humano no puede encajar con la forma en que ellos ven todo esto.

—Pero puedo hacerlo poco a poco comenzando por lo más pequeño. — Dice tomándome de la barbilla— Si así lo quiere mi Beta entonces le dejaré elegir.

— ¡¿De verdad?! —Digo emocionada.

—Sí, también haré un nuevo decreto para que en la manada se den mejores condiciones de vida a todo omega comenzando por prohibir que sean llamados inferiores.

Lo abrazo con fuerza y él me corresponde con la misma intensidad mientras me hundo en su cuello aspirando su olor a cítricos y notas marinas.

—Pero no será algo que suceda rápido, todo eso tomará algo de tiempo. No puedo hacer todos esos cambios de golpe pero será lentamente.

—Me conformo con que lo sepas y quieras cambiarlo.

—Haría lo que fuera por ti. Ya que mi Luna es una omega no puedo permitir que traten a los de su tipo como si valieran menos.

—No es por mí, Ery.  Es porque todo esfuerzo merece su recompensa…

Ambos nos dejamos de abrazar y nos vemos en silencio.

—Incluso el tuyo, mi Alfa.

Él sonríe, una sonrisa más cálida que ninguna otra que me haya mostrado antes. Sus ojos brillan y no es por deseo como suele tener, parece más allá de sus modos obscenos de siempre.

—Hmmm… Entonces si me quieres recompensar dame algo que quiero.

O tal vez si sea un completo cochino.

— ¿Y eso que es? — Digo con algo de desconfianza.

—Quiero conocerte, escuchar sobre tu vida y todo aquello que está pendiente que me cuentes.

—Ya te dije que te lo diré todo… poco a poco. Aunque podríamos comenzar con esa fiesta de bebidas ¿no, mejor amigo?

Chiara me gruñe, me vuelvió a regañar aunque no entiendo por qué. Ery al mismo tiempo se queda callado y pensativo, luego suspira.

—Entonces hagamos la fiesta de bebidas. Tu esposo acaba de conseguir esa cerveza especial que puede hacer que incluso un Alfa cante.

¡No quisiera imaginarme a Ery cantar pero si quiero verlo!

Maika Maese

Poco a poco los eventos de aquel escenario se repiten. Publiqué el capítulo de mañana el día de hoy por si hay algún contratiempo... Ya pronto veremos como interactúan Ery y Cady en una fiesta de bebidas.

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