A veces me pregunto qué habría pasado si la hubiera besado aquella noche, años atrás, cuando aún éramos estudiantes y el mundo era más sencillo. Cuando ella me miraba con esa mezcla de admiración y complicidad, sin el peso de todo lo que vendría después.
Tal vez nada habría cambiado. O tal vez todo.
Pero no lo hice. Me quedé callado, como suelo hacer. Me limité a estar ahí. A cuidar de ella desde la sombra, a celebrar sus victorias como si fueran mías, a sostenerla en cada caída, sin pedir nunca más de lo que estaba dispuesta a dar.
Y ahora… ahora la estaba perdiendo sin haberla tenido nunca.
La llamada de Ivy fue como una bocanada de aire y una punzada en el pecho al mismo tiempo. Escuchar su voz, rota, vulnerable, fue como volver a ese punto de partida donde todo lo que quería era protegerla, aunque me doliera. Aunque cada palabra suya estuviera atravesada por el nombre de otro hombre.
Xander.
No tenía que decirlo. No tenía que describir lo que había pasado en su oficina, ni los ges