Mundo ficciónIniciar sesiónFue entonces cuando sentí el movimiento que había estado esperando desde que entré al claro.
No vino de Ashen. No vino de Hecate. Vino de la periferia, de una sombra entre dos troncos, moviéndose con esa mezcla de prudencia y descaro que yo conocía demasiado bien.
Dorian.
No lo vi por completo. Solo un destello de su perfil, el brillo breve de una hoja corta, el cambio casi imperceptible en la postura de algunos guardias que, de pronto, parecían menos interesados en obedecer ciegamente y más atentos a lo que ocurría en el centro.
Había sembrado dudas.
Había hablado con algunos.
Y ahora, esos “algunos”







