El teléfono vibró en el bolsillo de Alicia, sobresaltándola. El nombre de Lucas iluminaba la pantalla, rompiendo semanas de silencio. Su corazón se aceleró, sin saber si lo que vendría sería una revelación o una nueva complicación. Recordó todos los momentos compartidos, las consultas, las conversaciones íntimas que habían trascendido lo meramente profesional.
—Necesitamos reunirnos —dijo Lucas escuetamente—. Mark debe estar presentes.
La voz de Lucas sonaba diferente: cargada de urgencia, pero también de un miedo contenido que ella nunca antes había percibido. Alicia miró a Anderson, quien estaba jugando con Jonas en la sala. Él captó su mirada y se acercó, parecía que su intuición de padre y compañero se activó instantáneamente.
—¿Todo bien? —preguntó con su típica sonrisa cálida, pero sus ojos ya no mostraban la misma tranquilidad.
—Lucas quiere vernos —respondió ella—. A Mark y a mí.
La expresión de Anderson cambió sutilmente. Un destello de tensión cruzó su mirada, pero rápidamen