Hanna Cicarelli Sinclair
-Otro día más en el.hospital, otro más y se acaba, uff. ¡Vamos Hanna, tú puedes!- ese era mi lema al despertar cada mañana.
¿Cómo explicar los sentimientos que tengo el día de hoy? cansancio, pena, ira, desesperación. Eran todos esos y más las cosas que pasaban por mi cabeza...
Muchas veces me pregunté por qué estábamos tan solitas en el mundo con mi mamá, yo sé que ella es genial y la mejor mamá del mundo, pero éramos solo las dos y a veces eso nos pasaba factura, bueno, sobre todo a mí.
Me había criado en guarderías desde que nací, pues mi mamá tenía que cumplir con sus pasantías y con los trabajos de medio tiempo que debía hacer para poder mantenernos, muchas veces dormimos en un albergue para mujeres, pues solo le alcanzaba para la leche y el pan, no soy tonta y tenía oídos sagaces y no lo entendía, mi mami sería doctora ¿por qué tanta pobreza? ¿no teníamos a nadie más?
Otras tantas la escuché llorar de impotencia y de hambre, pero cada vez que se acerca