La luz de la mañana se filtraba a través de cortinas transparentes, pintando el dormitorio con un oro suave. Ava se estiró lentamente en la cama de gran tamaño, un toque de sueño aún nublaba su mente. La finca era más tranquila que la mansión de la ciudad, casi demasiado tranquila. No hay coches tocando la bocina, sin teléfonos zumbando, solo pájaros cantando y el ocasional golpeteo de pasos por el pasillo.
No estaba segura de si era el aire del campo o el aislamiento, pero las cosas se sentían... diferentes. O tal vez fue Damien.
Su estancia en la finca familiar tenía la intención de consolidar su fachada de compromiso. Convencer a la junta, a la prensa, incluso a ellos mismos. Pero las líneas entre la fintación y el sentimiento estaban empezando a difuminarse.
Un suave golpe en la puerta rompió sus pensamientos.
"¿Ava?" La voz de Damien era suave, casi cautelosa.
Se sentó, cepillando el pelo de su cara. "Entra".
Entró, vestido con una camisa blanca sencilla y jeans oscuros, sin traj