BRANDON
Decir que tenía prisa por llegar fue poco, quería transportarme y embarrar la cara en el suelo a los tres imbéciles que estaban con ella.
— Brandon, piensa mejor las cosas. Esto podría empeorar las cosas con Emilia —. Intentó detenerme, Adam.
— Adam, en este momento lo único que estoy pensando es en que mi esposa no termine en la cama de uno de estos imbé**ciles.
Me tomó del brazo.
— Hey, creo que podemos pensar mejor las cosas. . .
— Adam, sé que te preocupas por mí, pero no va a haber poder humano que me aleje de ella. La cuenta de las bebidas las invito yo —. Y dicho esto me adelanté. Sabía que era una grosería dejar a mi amigo, pero no podía permitir que mi esposa estuviera coqueteando con extraños.
Caminé hacia la barra con paso firme. Como un toro dispuesto a embestir. Los tres idiotas se dieron cuenta de mi presencia al instante, porque la energía en el aire cambió. Se tensó.
Era como si un espíritu maligno se hubiera apoderado del lugar, porque incluso la música