EMILIA
La fuerza con la que mi madre me aferraba no era solo física; era el peso de todos los años de secretos y medias verdades. Me soltó apenas, pero seguía tan cerca que sentía el temblor de sus manos en mis brazos ¿Qué era todo aquello? ¿Por qué el papá de Brandon estaba con ella justo antes de que yo llegara?
— ¿De qué tienes miedo, mamá? —Pregunté. Tenía que pensar con la cabeza fría y guardar la calma—. Si vas a soltarme esa bomba, al menos ten el valor de decirme qué es lo que debería saber.
Ella desvió la mirada, y en ese gesto vi a la mujer frágil que tanto se empeñó en ocultar tras capas de orgullo. Sus ojos buscaban una salida en las ventanas empañadas del restaurante.
— No puedo, Emilia. No así. . . No aquí.
Sentí que la rabia subía por mi garganta, pero si quería averiguar qué era lo que estaba pasando, entonces tenía que andarme con cuidado, y ser más inteligente para saber qué estaba pensando.
— Entonces, ¿para qué me citas? —Le dije con frialdad— ¿Para advertirme del