Capítulo 31 —Una mirada basta
Narrador:
Lorena se levantó lentamente, sintiendo cómo cada paso hacia la cocina la acercaba a una sensación desconocida de rutina en ese nuevo escenario. El eco de sus pies descalzos resonaba en los pasillos silenciosos de la casa, pero al llegar a la cocina, se dio cuenta de que estaba vacía. Frunció el ceño, extrañada, y decidió buscar a Franco. Sus pasos la llevaron hacia el gran ventanal que daba al jardín trasero. Allí lo vio. Franco estaba de pie, de espaldas a ella, con Luigi a su lado. Gesticulaba con firmeza mientras hablaba, su postura tan imponente como siempre, pero con una calma que irradiaba control absoluto. El viento agitaba levemente su cabello, y el sol matutino resaltaba las líneas de su rostro, haciéndolo parecer una escultura tallada en mármol. Lorena se quedó allí, inmóvil, incapaz de apartar la mirada. Algo en la forma en que Franco se movía, en la intensidad de sus gestos y la autoridad con la que se dirigía a Luigi, la atrapó por