Una espada en tu corazón.
Así es exactamente como se sentía, como si una espada estuviera clavada en su corazón, y aunque quería sacarla de allí, no podía.
Era un peso y dolor invisible a los ojos. Algo que se había mezclado a su cuerpo, y en ese instante ella vio a aquel macho decir aquellas palabras.
¿Pero cómo pudo sentir eso?
¿Cómo podría él entender lo que ella sentía o sufrir con su sufrimiento?
Estas eran las preguntas que Samanta se hacía, mientras el macho sostenía sus muñecas, él levantó su mirada marrón y vio lágrimas brillando en ellos.
Axel tenía un rostro divino, tan diferente del macho que estaba sucio y con una apariencia de loco, el rostro de Axel estaba bien cuidado, sus características eran masculinas y armoniosas.
Sus pestañas oscuras, sobre los ojos melancólicos ahora.
El agua del río estaba a la altura de su vientre, mientras que en ella estaba casi en el cuello, él levantó sus manos y sobre la luz del sol ella vio sus uñas rojas.
Samanta no gritaba más,