CRYSTAL Todos íbamos en silencio, entrando de nuevo por las puertas de mi prisión. Diana temblaba incontrolablemente; podría decir que tanto como yo. Arvid, en algún punto, nos abandonó, caminando doblado por el dolor que sentía en su estómago. Leonor iba hablando consigo misma, negando con la cabeza mientras trataba de poner una máscara fría que se quebraba después de unos minutos. Me sobresalté cuando Ezra abrió una puerta con fuerza, arrastrando con él a Diana, que ahora sí comenzaba a suplicar por su vida. Sentí un nudo en el estómago; algo se agitaba en mis entrañas con fuerza. Mis propias piernas pidieron ceder y, aun así, entré a una enorme sala con grandes ventanales a nuestra derecha, cubiertas con pesadas cortinas. Dos grandes candelabros sobre nosotros iluminaban el lugar, creando sombras con nuestros cuerpos. A solo unos pasos de mí, Ezra lanzó al suelo a Diana, girándose hacia ella. —¿Cuál fue la orden que yo les di a ustedes? —Lo siento… jamás le hice nada…
CRYSTAL Sus brazos siempre se sentían como los de una madre: reconfortantes, cálidos, llenos de un amor que nunca he tenido. —No debiste hacer eso, mi niña; solo te expusiste peor. —¿Qué más podía hacer? Estaba desesperada, no quería que Diana muriera por mi culpa. Ella tomó mi rostro, secándome las lágrimas, mirando todo el desastre que era ahora. —Tienes que dejar de culparte por las decisiones de los demás. Yo recibiré mi castigo porque decidí acompañarlos en esta locura; eso fue mi elección, Crystal. Arvid también quiso acompañarlas desde un inicio por su propia elección. ¿Acaso ustedes le pusieron un cuchillo en el cuello? No, y en cuanto a Diana, ella sabía lo que pasaría si Ezra la descubría. Me levanté, regresando con ella al interior, sentándome en el comedor donde me dejó para ir a traer algún té calmante. Las doncellas pasaron un par de veces dándome una mirada fugaz antes de huir del lugar para no regresar. —Toma, también traje uno para mí. Esto calmará nuestros ne
EZRA Muchos se asombran al verme aquí, pues prácticamente nunca piso la manada a menos que sea necesario. Me mantengo a una distancia prudente de ella, permitiendo que disfrute libremente de este festival mientras yo examino cada rostro y cada calle por la que pasamos. Sé que entre muchos aquí, están ellos, esperando el momento para atacar; podría ser un simple roce, un simple corte, y eso bastaría para acabar con su vida. Pero no se atreven, no cuando me ven tan cerca, a pesar de que trato de disimular que estoy distraído con las muchas rosas. —Señorita, esta rosa le quedaría perfecta a una hermosa dama como usted. Me acerco con cautela porque no me gusta que se acerquen a ella de esa forma. —Gracias, pero no… —Dale las que quiera y luego envía la cuenta a mi beta. El hombre se sobresalta, tirando la cesta de flores al piso. Detengo a Crystal cuando intenta ayudarlo a recogerlas porque no puedo confiar ni en él. —Lo siento mucho, Alfa, no sabía… que usted estaría aquí. —To
CRYSTAL Desperté lentamente con los cálidos rayos de sol entrando por la ventana. Sabía que esta no era mi habitación, que no estaba aquí por gusto. Con algo de miedo, quité la sábana de mi cuerpo, una que no recuerdo haber puesto. Para mi sorpresa, todo estaba en su lugar, cada una de las prendas. Me giré hacia el espacio vacío, tan frío como lo estaba anoche, sin rastro de que él hubiese estado a mi lado. No entendía, ¿acaso hace esto para torturarme como un tipo de juego cruel? Sea cual sea la respuesta, estaba agradecida de que no hubiese venido; no me sentía lista para entregarme a otro hombre, y menos cuando ese te tiene como una prisionera. Me levanté, dejando la cama tal cual como la conseguí; no quería problemas o provocarlo de alguna forma. Una vez que todo quedó en su lugar, salí de allí y entré a mi habitación. Me quité toda esa ropa apenas entré al baño y dejé que el agua lavara mi piel, donde su olor se aferró con fuerza. Podía sentir su aroma en cada poro, en ca
CRYSTAL "¡Estás embarazada!" Aquellas palabras dichas por la sanadora de la manada aún resuenan en mis oídos, fuertes y latentes, así como la pequeña vida que ahora crece dentro de mí. Miro el documento en mis manos, apretándolo fuerte, como si quisiera aferrarme a esas letras que confirman que realmente lo estoy. Una sonrisa temblorosa adorna mis labios, sintiendo cómo mis ojos se humedecen. Esta feliz noticia cambiará mi vida; de eso estoy segura. ¡BAM! Me exalto con el golpe de la puerta al ser abierta con brusquedad. Trato de esconder el documento de ella, la mujer que más me odia en este mundo, la madre de mi compañero. —¿Qué escondes ahí? Se acerca a grandes pasos, arrancándome el papel; sus ojos se van tornando oscuros a medida que va leyendo. Justo en ese momento entra mi compañero, todo mi mundo se congeló de miedo al ver su expresión severa tomando el informe de las manos de su madre. Los latidos acelerados y estruendosos de mi corazón me sacuden el pecho.
CRYSTAL Mi cuerpo adolorido golpea constantemente la jaula en la que voy, mientras las ruedas pasan por un camino difícil. Pegada al último rincón, puedo ver la otra carreta que viene detrás de nosotros, iluminada únicamente por una antorcha con la llama danzante por la brisa de la noche. Hace poco que oscureció; aún seguimos dentro del territorio de la manada, pero estamos en los límites de la frontera. Más adelante, nos detuvimos. El hombre que me compró abrió la reja, sacándome de allí hacia mi nuevo destino. Otra jaula más grande, tirada por dos caballos, nos espera ya llena de varias mujeres. —Vayan a hacer sus cosas rápido, porque luego de eso se tendrán que aguantar. La otra mujer y yo nos miramos unos segundos antes de escondernos detrás de algún árbol. Subí la falda de mi vestido, bajando mi prenda íntima. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la sangre fresca que la manchaba. Cerré los ojos y permití que ese calor cargado de odio se extendiera por mi cuerpo. El ll
CRYSTAL Sus garras volvieron a alzarse a la altura de mi corazón, así que solo cerré los ojos, esperando el dolor que acabaría con mi vida, pero fue todo lo contrario. Los volví a abrir cuando sentí sus afiladas uñas deslizarse suavemente en mi pecho, bajando con lentitud por mi abdomen. Este empezó a brillar con símbolos y círculos que desconozco, siguiendo la misma senda que él. Desde mi corazón hasta mi ombligo, esas formas se iluminaron hasta que él quitó su toque. Todavía estaba sorprendida, con mi pecho subiendo y bajando debido a la agitación, intentando comprender qué había sido todo eso. Varios aullidos resonaron a la distancia, poniendo al lobo sobre mí, tenso con toda esa bruma agitada. Golpeó el suelo con fuerza con una de sus patas, gruñendo de forma obstinada, hasta que sus ojos se encontraron nuevamente con los míos. Retrocedí en un intento inútil de huir; tal vez me dejaría con vida por haberlo salvado… —¡Ahhhh!— grité cuando el dolor desgarrador se exte
CRYSTAL Me acomodo el cabello para que no se vea tan desaliñado después de las miserables horas que pasé el resto de la madrugada. Unos ojos celestes con grandes ojeras me regresan la mirada cansada, sin poder dormir después de casi caer desmayada por el dolor de su traición. Esa pequeña voz de mi conciencia me dice que de pronto no me reconoció, pero es el maldito príncipe, claro que lo hizo. Suelto un suspiro tembloroso, secando las lágrimas de tristeza y rabia. ¿Por qué todo lo malo tiene que pasarme a mí? ¿Por qué no soy suficiente para nadie? ¿Por qué? Dejo mis pensamientos atrás para salir de mi pequeña seguridad y pararme en la puerta justo a tiempo. Los tacones esta vez suenan apresurados, lo que me indica que será un largo día. —Si ayer no quise errores, hoy mucho menos. Esta celebración es importante porque da la bienvenida a los dos grandes Alfas; la Reina no quiere errores, así que cuidado. ***** La mañana pasó agitada, yendo y viniendo de un lugar a otro