Capítulo 5: ¿Dónde está la verdad?
—Señorita Valeria, nuestro señor ha pagado la factura médica de su abuela.—dijo el chofer, entregando varios recibos a Valeria Ramírez.

Valeria Ramírez los recibió temblando, y al ver los medicamentos comprados en ellos, finalmente se sintió tranquila. Preguntó con esperanza, —¿Fue Sergio quien te envió a buscarme?

Ella sabía que había cámaras en la entrada del edificio. ¡Sergio podría verla!

El chofer negó con la cabeza, —Sergio Gutiérrez te quitó todo, incluso te comparó con un perro. ¿Qué estás esperando?

Abrió la puerta trasera del automóvil y dijo, —Señorita Valeria, por favor.

Valeria Ramírez levantó la vista y vio a un hombre sentado en el asiento trasero. Sus piernas estaban ligeramente cruzadas, y el humo del cigarrillo se enroscaba entre sus dedos. Su mera presencia hacía que fuera difícil acercarse.

—No los conozco, señor...

—Lo que quieras saber, nuestro señor te lo dirá.—, interrumpió el chofer, —De paso, a nuestro señor no le gusta esperar.

Valeria Ramírez entendió lo que quería decir. Aunque no conocía al hombre dentro del auto, estaba desesperada por conocer la verdad. Se mordió el labio y se levantó del suelo, la herida en su pierna aún no cicatrizada comenzó a sangrar.

El chofer rápidamente vendó la herida y le dio una toalla para que se cubriera. Valeria Ramírez se subió al auto y se sentó junto al hombre.

El automóvil arrancó rápidamente.

Y bajo la luz interior, Valeria Ramírez pudo ver la cara impecable del hombre, su perfil afilado y los dedos delgados sujetando el cigarrillo... Su perfil le resultaba muy familiar.

Valeria Ramírez apretó los labios, —¿Qué quieres decirme?

El hombre no respondió, solo giró su cabeza y la miró fríamente, deteniendo su mirada en su cuello.

—Devuélveme el collar.—dijo con voz baja, con un tono frío.

Valeria Ramírez, por reflejo, tocó el collar en su cuello y rápidamente comprendió que el collar pertenecía al hombre de aquella noche, y se llenó de rabia.

—¡Así que el hombre de esa noche eras tú!—, exclamó, —¡He visto tu perfil en las fotos antes!

—¿El mensaje también lo enviaste tú, verdad?—preguntó Valeria Ramírez, levantando la mano como para abofetear al hombre. —¡Eres un monstruo!

—No te envié el mensaje, pero la habitación la reservé yo.—el hombre levantó los párpados y la miró. —¿Quieres saber por qué entraste en mi habitación esa noche?

La mano de Valeria Ramírez se detuvo en el aire.

Recordó que realmente se había acercado a la puerta, preparándose para golpearla, pero alguien la empujó desde atrás.

—¡Estás bromeando!—dijo Valeria Ramírez, riendo con incredulidad. —La habitación la reservaste tú, el mensaje no lo enviaste tú, entonces ¿quién? No tengo nada en tu contra, ¿por qué me haces esto?

Mauricio Soler fríamente se rió, —¡Qué estúpido!

...

Antes de que Valeria Ramírez pudiera responder, el hombre ya había arrancado el collar de su cuello, sacado un pañuelo para limpiarlo y ordenado al conductor, —Vamos al hotel, llevo a la Señorita Ramírez a ver la verdad.

—De acuerdo, señor.

Poco después, el automóvil llegó al garaje subterráneo del Hotel Lantana.

Este hotel no traía buenos recuerdos a Valeria, recordando la escena de aquella mañana, tembló un poco.

La pierna de Valeria estaba vendada y estaba completamente empapada; se sentía miserable.

Siguió a Mauricio hacia una habitación, apretó la toalla alrededor de su cuerpo y frunció el ceño preguntando, —¿Dónde está la verdad?

Mauricio miró de reojo al conductor.

El conductor inmediatamente tomó el control remoto y encendió el televisor de pantalla LCD en la pared. En un momento, el diseño de una habitación apareció en la pantalla.

Parecía ser una cámara en vivo.

Valeria vio a dos personas familiares entrar en la habitación: ¡Sergio Gutiérrez, con quien acababa de divorciarse, y su amiga Rocío Morales!

—Serginito, felicitaciones por conseguir lo que querías.—Rocío abrazó al hombre desde atrás, sus delicadas manos paseando por su cuerpo, —Pero fuiste muy cruel, no dejaste un centavo para Valeria, y oí que la medicina que su abuela necesita es muy cara.

—Esa abuela suya, la mitad de su cuerpo ya está en el ataúd; sería mejor si muriera.—, la voz de Sergio era fría, y se dio la vuelta para darle a Rocío un profundo beso. —Gracias a ti, pude atrapar a esos accionistas y tomar las acciones de Grupo Hernández fácilmente.

—Eres mi novio, ¿a quién más ayudaría sino a ti?—Rocío golpeó al hombre, —Ya he arreglado todo con la policía. Aunque Valeria esté viva, no descubrirá nada. Pero, Sergio, ¿eres tan cruel? ¿Incluso te atreves a matar a tus padres adoptivos?

Al escuchar las palabras de Rocío, la mente de Valeria quedó en blanco y su cuerpo tambaleó, cayendo en un pecho amplio.

¡Resulta que sus padres no murieron en un accidente, sino que fueron asesinados por Sergio!

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