Capítulo 32: En las sombras

XXXII

Sucedió entonces lo esperado, lo que no podía evitarse. La policía llegó al lugar lo más rápido posible y separó a Adam de Noah, el herido necesitaba atención. Abel también pudo llegar a tiempo para retener al canadiense que estaba haciendo difícil el trabajo de los paramédicos, que en ese momento habían sedado a Adam, pues sufría un horror con el dolor que él mismo se había provocado para terminar con todo aquello. Entre este mundo y el otro balbuceaba el nombre de Noah y el de Leo, seguro alucinando que todo pudo ser diferente, que nadie tenía que terminar ni herido ni muerto.

En medio del caos, ese de cabellos rojos extendió la mano buscando a su amante. Él lo supo y se desprendió de los brazos de Abel para ir al lado de su hombre, de su vida, de su corazón. Apenas pudo tomarla un momento, pues de nuevo fue apartado de su lado. Vio cómo la camilla con su nadador encima de esta entraba por el ascensor de ese edificio en construcción y se cerraba la puerta, para ya no verlo m
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