Capítulo 12.2: Libertad para dos lobas.
―Lo sé ―moqueó Ares antes de volver a abrazar a Alastor por el cuello ―Pero papá, no podía dejar a mi hermana, sin Dante, ella sería un desastre ―
―Oye… ―gruñó Anna
―Además, conocí a la abuela Idylla y a la tía Keren ―dijo emocionado, ignorando la protesta de su hermana
―Lo sé hijo, y me alegra ―dijo Alastor ―Pero lo que hiciste fue muy imprudente, te pusiste en peligro, y no sólo a ti, también a tu hermana, dime, ¿y sí los hubieran descubierto? ―
―Alfa, perdone que me entrometa, pero, creo que debería darle más crédito al cachorro ―intervino Armin ―Después de todo, Ares se adaptó bien a la situación y se comportó a la altura, incluso durante la tormenta ―
― ¡Lo ves! ―exclamó Ares
―Vale, está bien, lo discutiremos después ―dijo Alastor antes de centrarse en Armin ― ¿Te encuentras bien, muchacho? ―
―Sí, nada que unas buenas vacaciones no solucionen ―dijo Armin encogiéndose de hombros despreocupadamente
―Sí ese es el caso, tendrás que convertirte en un renegado, tú padre no está content