―Fue cosa mía ―se apresuró a decir Arioch―Pero tuvo mi consentimiento ―masculló Máximus―Máximus, ¿puedes explicarte por favor? ―pidió Claire―Yo permití la entrada de los hechiceros debido a que mi hermano tenía problemas para controlar a su lobo ―explicó el rey ―Y es que, tras conocerse, Samael juró que ayudaría a mi hermano a conseguir una armonía entre él y su lobo, por ende, permití el acceso del hechicero en el palacio, e incluso, acepté las visitas de su hermana ―― ¿Por qué permitirías visitas de la hechicera? ―preguntó Iktan―Por petición de Arioch y Samael ―respondió Máximus cerrando los ojos ―Y es que, tras algunos años con el hechicero viviendo en Khaliz, Samael dijo necesitar ayuda de su hermana, y dado que yo veía mejoría en mi hermano, no tuve ningún problema con que ella visitara Interlunio de vez en cuando… ――Oh, tranquilo Maxi, todos cometemos errores ―dijo Samael con voz burlona―Silencio ―le gruñó Bastián―Alastor, ¿llegaste a conocer a esa mujer? ―le preguntó Ik
Ante la agresividad del lobo, Baudilio, el lobo de Bastián, frunció el ceño.― ¿Es verdad que te manifestaste a una edad temprana? ―preguntó el lobo en un gruñido―Sí ―respondió Aníketos con frialdad― ¿Por qué? ―preguntó Claire, cuyos ojos también resplandecían de un color plateado―Porque mi humano estaba sufriendo ―gruñó Aníketos ―Él estaba muriendo lentamente y yo no lo iba a permitir ―dijo con los ojos clavados en Arioch ―Decidí despertar por completo porque mi deber era y es el de protegerlo ―― ¿Qué fue lo que te despertó? ―preguntó Baudilio―Su sufrimiento, sus súplicas ―gruñó Aníketos ―Cada noche, él rogaba por mi presencia, por mi ayuda, así que decidí aparecer antes de que acabaran con su vida ―― ¿Tú despertar cambió algo? ―preguntó Clío, la loba de Claire―No ―gruñó un irritado Aníketos ―Cuando notaban que yo protegía a mi humano del dolor y lo bloqueaba para que no continuara viendo, los golpes se volvían más fuertes, pero, gracias a sus pequeños entrenamientos y a mi pr
―Fueron años muy difíciles ―intervino Máximus nuevamente ―No entendía porque mi hijo se comportaba así, lo que más me dolía eran los comentarios que iban creciendo a su alrededor, sobre todo, aquel apodo de “príncipe mimado” ―dijo apretando los dientes ―Intenté hacer de todo, pero la actitud de mi hijo no cambiaba, si no que parecía empeorar cada vez que yo intentaba acercarme, por lo que, finalmente, terminé accediendo a la idea de Arioch sobre el campamento del teniente Novak ――Desgraciadamente, el día señalado, no pude llevarlo, pues aquel día en el palacio, se estaban llevando acabo las preparaciones para celebrar el baile de la Luna Roja, así que, nuevamente, le solicité ayuda a Samael ―dijo Arioch mirando a su sobrino con nada más que culpa ―Años después, Samael me confesó que nunca lo había enviado a ningún campamento, si no que él y su hermana, habían intentado calmar la ira del lobo por cuenta propia… ――Ah, sí, mi hermanita se divirtió mucho al tener carta blanca ―dijo Sama
Ante la orden dada por la antigua reina, Samael soltó un suave quejido antes de rodar los ojos, pues su intento de lobo había gimoteado en su interior.―Anna, cariño, por favor, ve con tu familia ―le pidió Claire―Gracias, tía Claire ―dijo Anna antes de acelerar el pasoUna vez que ella entró a la habitación, Lysander cerró la puerta detrás de la joven y se quedó custodiando la entrada.―Muy bien, continuemos ―dijo Atenea, quien, ocasionalmente, le dirigía miradas curiosas a Dante―Dinos, Alastor, ¿qué pasó durante tu confinamiento? ―le preguntó Iktan―Mi tío, solía visitarme un par de veces al día para “disciplinarme” ―contó Alastor antes de soltar un bufido ―Bueno, supongo que, a estas alturas, ya debería decir que Tabatha iba a visitarme un par de veces al día ―Ante las palabras de Alastor, Samael asintió con orgullo.―Confírmame algo Alastor ―dijo Atenea, quien, en ese momento, revisaba sus anotaciones ―A la edad de doce años, fuiste privado de tu libertad, ¿cierto? ――Así es, ex
―Supongo que tu no firmaste nada de esto, o sí, ¿Arioch? ―le preguntó Claire al lobo al mismo tiempo que le mostraba un documento que Atenea le había entregado, en el cual, podía verse una firma estilizada y un sello―No su excelencia ―respondió Arioch ―Tal y como dije antes, yo le solicité a Samael que llevara al joven príncipe al campamento, hasta donde a mí y a mi hermano nos concernía, Alastor había sido enviado al campamento el ocho de septiembre, el día en el que daba inicio aquel curso ――Es correcto ―dijo Atenea pasándole el documento a ClaireEn silencio, la antigua reina lo leyó detenidamente antes de negar con la cabeza.―Realmente pensaste en todo, no es así ¿Samael? ―le preguntó al hombreAnte la pregunta de la antigua reina, Samael soltó una risita antes de asentir.―Pues claro, las cosas no se hacen a medias, mucho menos cuando un plan pasa de generación en generación ――Alastor, prosigue por favor ―le pidió Claire, quien resistió el impulso de ordenarle que explicara d
Ante sus palabras, los jadeos sorprendidos y los murmullos indignados comenzaron a llenar la habitación nuevamente.―Por favor ―intervino esta vez Claire, levantando su mano derecha para indicar silencio ―Continúa por favor, Basil ――A lo largo de los años, yo había escuchado rumores sobre la actitud rebelde del príncipe, incluso, aquella noche escuché a muchos criados murmurar la mejoría en el joven príncipe mimado, sin embargo, esa noche yo no vi nada de eso, solo vi a un cachorro asustado que no sabía como pedir ayuda, pues, el que me habló aquella noche, no fue Alastor, en realidad, fue Aníketos ―explicó Basil antes de dirigirse al consejo ―No me tomó ni un segundo tomar una decisión y llamar a mi beta para, juntos, buscar la manera de sacarlo del palacio ―dijo soltando un suspiro ―No fue una tarea sencilla, sin embargo, gracias a que el propio cachorro conocía bien los secretos del palacio de Interlunio, mi beta, Enzo Gioli, pudo sacarlo finalmente del palacio y llevarlo a nuestr
En medio de una horrible tormenta, sentada en el suelo de un refugio, una joven loba de cabello castaño y ojos color avellana, intentaba protegerse del frío con una delgada manta mientras observaba como, en una pequeña mesa de madera, su hermano jugaba al ajedrez con un atractivo joven de cabello oscuro y ojos dorados como el sol.Desde que lo había conocido, el tipo le había parecido pedante y sumamente molesto, pues este, se dedicaba a acosarla a diario, sin embargo, en ese momento, el joven no tenía ojos para nadie más, solo para el pequeño que se estremecía con cada trueno que resonaba en la distancia.―Tranquilo, ponte estos ―dijo el joven sacándose unos audífonos bluetooth de su bolsillo ―No sé si te guste el tipo de música que escucho, pero, creo que será mejor que los truenos ――Gracias… ―masculló el niño mientras se colocaba los audífonosSintiendo curiosidad porqué tipo de música escucharía aquel joven presumido, la castaña mantuvo sus ojos clavados en su hermano, el cual, s
Eran alrededor de las ocho de la mañana en la hermosa isla de Arcadia, donde sus habitantes, iban y venían por las calles de los diferentes distritos para cumplir con sus deberes diarios.Al igual que los civiles, en el sagrado palacio de Interlunio, todos sus habitantes habían comenzado a realizar sus tareas desde muy temprano, sobre todo, el ejército imperial, el cual, cumplía con su rutina diaria de entrenamientos y vigilancia, pues, tras el secuestro del rey, esta se había endurecido.Pese a que habían capturado al culpable, el paradero del rey era aún desconocido, por lo que, el palacio, se vigilaba incluso tras sus murallas.Los encargados de aquella tarea, eran los nuevos cadetes, los cuales, eran supervisados por los soldados más experimentados.― ¡Oye! ¡Damián! ―le gritó un joven de tez morena a un joven de cabello oscuro que tenía algunas mechas grises ―Deja de distraerte con las criadas, te meterás en problemas si Aidée te descubre ―― ¿Qué sucede? ¿Acaso te gusta la nueva?