Ante las palabras de Alastor, tres feroces gruñidos resonaron por toda la sala, provocando que más de uno diera un brinco en su lugar.Uno, provenía por parte de Máximus, quien, por instinto, clavó su mirada en Arioch.Otro, provenía de parte de Dasha, cuyos ojos no dudaron en ir directamente a Samael, quien tenía una sonrisa mal disimulada en el rostro, una, que solo provocó que Arioch volviera a gruñir.― ¡Compórtense! ―gruñó Atenea ―Alastor, continúa por favor ―Sin más, Alastor asintió y continuó relatando la historia qué lo había acompañado antes de que comenzara a indagar en su pasado.Con cada segundo que pasaba, la gente comenzaba a revolucionarse con la historia de Alastor, la cual, provocó diversas emociones entre los presentes.Mientras que algunos se mostraban indignados, otros se mostraban confundidos.Y es que, debido a la forma en que Alastor relataba su historia, todos comenzaban a preguntarse cómo era posible que nadie notara nada.―Silencio ―dijo Bastián, quien hacía
Ante la pregunta de la antigua reina, Idylla se apartó de Nora, tomó el pañuelo que ella le extendía y finalmente dirigió su mirada hacia Claire.―Lo que dicen Dasha y Arioch es correcto su excelencia ―gimoteó ―Mi compañero se marchó a Mushia la madrugada del diez de agosto de aquel año para auxiliar a la manada Ventisca Plateada, por lo que nosotros tres tuvimos que hacernos cargo de Arcadia y del trabajo del rey ―relató Idylla intentando mantener la cabeza en alto ―Por lo que, entre el trabajo y los diferentes planes de apoyo para las manadas de Mushia que estaban sufriendo situaciones similares a Ventisca Plateada, los tres nos vimos consumidos por el trabajo ――Dime, Idylla, ¿acaso no pasabas tiempo con tu cachorro? ―le preguntó Atenea, quien apartó su mirada de sus anotaciones para fijarse en la reina ― ¿Cómo es posible que no te dieras cuenta de sus heridas? ――Yo… ――Pasábamos tiempo juntos ―se apresuró a intervenir Alastor al ver que las lágrimas volvían a brotar de los ojos d
―Fue cosa mía ―se apresuró a decir Arioch―Pero tuvo mi consentimiento ―masculló Máximus―Máximus, ¿puedes explicarte por favor? ―pidió Claire―Yo permití la entrada de los hechiceros debido a que mi hermano tenía problemas para controlar a su lobo ―explicó el rey ―Y es que, tras conocerse, Samael juró que ayudaría a mi hermano a conseguir una armonía entre él y su lobo, por ende, permití el acceso del hechicero en el palacio, e incluso, acepté las visitas de su hermana ―― ¿Por qué permitirías visitas de la hechicera? ―preguntó Iktan―Por petición de Arioch y Samael ―respondió Máximus cerrando los ojos ―Y es que, tras algunos años con el hechicero viviendo en Khaliz, Samael dijo necesitar ayuda de su hermana, y dado que yo veía mejoría en mi hermano, no tuve ningún problema con que ella visitara Interlunio de vez en cuando… ――Oh, tranquilo Maxi, todos cometemos errores ―dijo Samael con voz burlona―Silencio ―le gruñó Bastián―Alastor, ¿llegaste a conocer a esa mujer? ―le preguntó Ik
En medio de una horrible tormenta, sentada en el suelo de un refugio, una joven loba de cabello castaño y ojos color avellana, intentaba protegerse del frío con una delgada manta mientras observaba como, en una pequeña mesa de madera, su hermano jugaba al ajedrez con un atractivo joven de cabello oscuro y ojos dorados como el sol.Desde que lo había conocido, el tipo le había parecido pedante y sumamente molesto, pues este, se dedicaba a acosarla a diario, sin embargo, en ese momento, el joven no tenía ojos para nadie más, solo para el pequeño que se estremecía con cada trueno que resonaba en la distancia.―Tranquilo, ponte estos ―dijo el joven sacándose unos audífonos bluetooth de su bolsillo ―No sé si te guste el tipo de música que escucho, pero, creo que será mejor que los truenos ――Gracias… ―masculló el niño mientras se colocaba los audífonosSintiendo curiosidad porqué tipo de música escucharía aquel joven presumido, la castaña mantuvo sus ojos clavados en su hermano, el cual, s
Eran alrededor de las ocho de la mañana en la hermosa isla de Arcadia, donde sus habitantes, iban y venían por las calles de los diferentes distritos para cumplir con sus deberes diarios.Al igual que los civiles, en el sagrado palacio de Interlunio, todos sus habitantes habían comenzado a realizar sus tareas desde muy temprano, sobre todo, el ejército imperial, el cual, cumplía con su rutina diaria de entrenamientos y vigilancia, pues, tras el secuestro del rey, esta se había endurecido.Pese a que habían capturado al culpable, el paradero del rey era aún desconocido, por lo que, el palacio, se vigilaba incluso tras sus murallas.Los encargados de aquella tarea, eran los nuevos cadetes, los cuales, eran supervisados por los soldados más experimentados.― ¡Oye! ¡Damián! ―le gritó un joven de tez morena a un joven de cabello oscuro que tenía algunas mechas grises ―Deja de distraerte con las criadas, te meterás en problemas si Aidée te descubre ―― ¿Qué sucede? ¿Acaso te gusta la nueva?
Ante la decepción en los ojos de la mujer, Anna soltó un suave suspiro y negó con la cabeza lentamente.―Podría hacerle frente a Mikaela señora Aidée, pero le recuerdo que su excelencia no estaba muy de acuerdo con mi contratación, así que prefiero no causar problemas… ――Anya ―la llamó la mujer con un tono más suave―De verdad, no quiero causarle problemas señora Aidée ―dijo Anna acercándose a la mujer ―Usted ha sido muy amable conmigo, pero, me temo que, si hago frente a esas chicas, su excelencia podría enojarse con usted ――Oh, no, eso no importa Anya, las amantes de su excelencia son unas estúpidas, creen que teniendo su favor pueden terminar echándote del palacio y quedarse con tu puesto ―gruñó Aidée ―Las muy tontas, han trabajado aquí por años y desde que el joven Zeth volvió, jamás les ha dedicado una sola mirada ――Espere, ¿sus amantes? Pensé que su excelencia tenía una compañera ――Y la tiene, pero a su excelencia no le interesa ―dijo Aidée con decepción ―Prefiere tontear co
«Un mes atrás en Wolfsong»Temprano por la mañana en la manada de Loto de Luna, Anna salía de su armario con una sencilla chaqueta de algodón, la cual, su madre le había sugerido llevar, pues en el avión privado de Alastor, siempre solía hacer mucho frío.Al volver a su habitación, se encontró con Elizabeth, quien justo estaba cerrando una pequeña maleta de viaje, la cual, la propia loba le había llevado la tarde anterior.― ¿Llevas todo? ―preguntó Elizabeth sin mirarla―Sí Eli, llevo toda la ropa que me compraste para hacerme pasar por una omega de clima tropical ―Reprimiendo una risita, Elizabeth apoyó sus dos manos sobre la maleta que acababa de cerrar.― ¡No me hagas reír! ―exclamó ― ¡Sigo furiosa contigo! ―― ¿Podrías guardar tu ira hasta mi regreso? ―le preguntó Anna al mismo tiempo que la obligaba a girarse para poder verla ―Eli, tengo que ir, no puedo dejar a mi padre en manos de ese monstruo, además, es cuestión de tiempo para que venga a buscarme, lo mejor es que nos adelan
El camino hasta el hangar de Adriano fue largo y en silencio, nadie se atrevía a hablar, ni si quiera el joven Ares, quien aún no terminaba de entender la situación, por lo que, de vez en cuando, le echaba miradas a su madre y a su hermana, quien tenía un semblante preocupado. ― ¡Mira Anna! ―exclamó Ares emocionado ―Es el avión del abuelo ―dijo señalando la puerta abierta del hangar ― ¿Te habías subido antes? ―le preguntó Anna con curiosidad ―No, ¿nos sentamos juntos? ―preguntó el cachorro con emoción ―Claro que sí hermanito ―dijo Anna en un susurro antes de mirar a su madre, quien asintió lentamente mientras acariciaba su vientre Iva estaba nerviosa, pues volar en su estado no era la mejor opción, sin embargo, ella no quería perder ni un solo minuto más, pues su vínculo con Alastor se encontraba sumamente débil. Al llegar al hangar, tuvieron que esperar unos pocos minutos para que el piloto terminara de preparar todo lo necesario y confirmara el permiso de aterrizaje en G