Mientras que Arsen, Eleonor y Apolo se preparaban para desayunar, en las afueras del norte de Arcadia, justo frente a un pequeño edificio de aspecto pulcro, Anna y Máximus observaban como los lobos que habían sido convocados como testigos comenzaban a entrar a aquel recinto.En su mayoría, eran criados y soldados que habían servido a Máximus, aunque también habían sido invitados los alfas que se habían unido a Alastor en su batalla por el reino, incluyendo, algunos lobos de su propia manada y, por su puesto, sus padres, Nora y Adriano.―Max, estamos todos―dijo Eros, quien salió del edificio siendo seguido por Nero, quien, a su vez, palomeaba un nombre en una lista que llevaba en sus manos―Gracias, Eros ―murmuró Máximus― ¿Qué sucede abuelo? ―preguntó Anna cuando Máximus suspiró con pesadez ― ¿Estás bien? ――Pronto lo estaré pequeña ―dijo Máximus, cuya mirada, se mantenía fija en el palacio ―Por fin ha llegado la hora de que Interlunio revele sus más profundos secretos ―― ¿Qué crees
― ¿Gael? ―preguntó Anna con sorpresa ― ¿Dónde demonios se habían metido? ―preguntó con angustia al mismo tiempo que corría a abrazarlo ―Me tenían preocupada――Ah, vivo para estos abrazos ―masculló Gael apretando a Anna contra él― ¿Dónde estabas? ―preguntó la joven levantando la cabeza para poder verlo―Mis hermanas, papá y yo, fuimos a visitar las ruinas del aquelarre de mamá para, juntos, resolver el rompecabezas que mi madre y sus cómplices nos dejaron ―dijo Gael con orgullo ―Nos costó un poco, pero hemos comenzado a romper el hechizo de protección de mamá ―― ¿Enserio? ―preguntó Anna con sorpresa mirando a Gael y después a Chloe, quien asintió―Aún es confuso, pero encontramos muchas cosas que creemos podrían servir al consejo y ayudar al señor Arioch ―dijo la loba con una tímida sonrisa―Ese tipo, Nimbrod, de verdad que era toda una fichita ―gruñó Gael, quien, a regañadientes, soltó a Anna para poder tomar un grueso libro de las manos de su padre ―Todo está aquí majestad, sus inv
Sin decir nada más, Anna, Máximus y Gael, realizaron una última reverencia para, juntos, dar media vuelta y dirigirse a sus lugares.Por su parte, Máximus se dirigió a Idylla, mientras que Anna, tomó la mano de Gael y lo llevó a la fila donde Dante estaba esperando por ella.― ¿Realmente ella es la antigua reina Claire? ―le preguntó Gael a Anna en voz queda―Sí, y el que está a su derecha, es el antiguo rey Lancelot ―dijo Anna entrelazando sus dedos con los de Dante, quien mantenía la mirada fija en los antiguos reyes― ¿Sabes quién es el que está junto a tu abuelo? ―le preguntó Dante―Philip Nicolaou ―respondió Gael por Anna ― ¿Cuál es el nombre de la otra reina? ―preguntó Lysander ―No puedo recordarlo ――Atenea Nicolaou ―respondió Gael antes de guardar silencio, pues Claire, se había puesto de pie―Buenos días a todos ―dijo Claire elevando la voz ligeramente, lo que permitió que todos en el auditorio, escucharan su voz sin problema ―Agradezco la presencia de todos y su cooperación
Ante las palabras de Alastor, tres feroces gruñidos resonaron por toda la sala, provocando que más de uno diera un brinco en su lugar.Uno, provenía por parte de Máximus, quien, por instinto, clavó su mirada en Arioch.Otro, provenía de parte de Dasha, cuyos ojos no dudaron en ir directamente a Samael, quien tenía una sonrisa mal disimulada en el rostro, una, que solo provocó que Arioch volviera a gruñir.― ¡Compórtense! ―gruñó Atenea ―Alastor, continúa por favor ―Sin más, Alastor asintió y continuó relatando la historia qué lo había acompañado antes de que comenzara a indagar en su pasado.Con cada segundo que pasaba, la gente comenzaba a revolucionarse con la historia de Alastor, la cual, provocó diversas emociones entre los presentes.Mientras que algunos se mostraban indignados, otros se mostraban confundidos.Y es que, debido a la forma en que Alastor relataba su historia, todos comenzaban a preguntarse cómo era posible que nadie notara nada.―Silencio ―dijo Bastián, quien hacía
Ante la pregunta de la antigua reina, Idylla se apartó de Nora, tomó el pañuelo que ella le extendía y finalmente dirigió su mirada hacia Claire.―Lo que dicen Dasha y Arioch es correcto su excelencia ―gimoteó ―Mi compañero se marchó a Mushia la madrugada del diez de agosto de aquel año para auxiliar a la manada Ventisca Plateada, por lo que nosotros tres tuvimos que hacernos cargo de Arcadia y del trabajo del rey ―relató Idylla intentando mantener la cabeza en alto ―Por lo que, entre el trabajo y los diferentes planes de apoyo para las manadas de Mushia que estaban sufriendo situaciones similares a Ventisca Plateada, los tres nos vimos consumidos por el trabajo ――Dime, Idylla, ¿acaso no pasabas tiempo con tu cachorro? ―le preguntó Atenea, quien apartó su mirada de sus anotaciones para fijarse en la reina ― ¿Cómo es posible que no te dieras cuenta de sus heridas? ――Yo… ――Pasábamos tiempo juntos ―se apresuró a intervenir Alastor al ver que las lágrimas volvían a brotar de los ojos d
―Fue cosa mía ―se apresuró a decir Arioch―Pero tuvo mi consentimiento ―masculló Máximus―Máximus, ¿puedes explicarte por favor? ―pidió Claire―Yo permití la entrada de los hechiceros debido a que mi hermano tenía problemas para controlar a su lobo ―explicó el rey ―Y es que, tras conocerse, Samael juró que ayudaría a mi hermano a conseguir una armonía entre él y su lobo, por ende, permití el acceso del hechicero en el palacio, e incluso, acepté las visitas de su hermana ―― ¿Por qué permitirías visitas de la hechicera? ―preguntó Iktan―Por petición de Arioch y Samael ―respondió Máximus cerrando los ojos ―Y es que, tras algunos años con el hechicero viviendo en Khaliz, Samael dijo necesitar ayuda de su hermana, y dado que yo veía mejoría en mi hermano, no tuve ningún problema con que ella visitara Interlunio de vez en cuando… ――Oh, tranquilo Maxi, todos cometemos errores ―dijo Samael con voz burlona―Silencio ―le gruñó Bastián―Alastor, ¿llegaste a conocer a esa mujer? ―le preguntó Ik
En medio de una horrible tormenta, sentada en el suelo de un refugio, una joven loba de cabello castaño y ojos color avellana, intentaba protegerse del frío con una delgada manta mientras observaba como, en una pequeña mesa de madera, su hermano jugaba al ajedrez con un atractivo joven de cabello oscuro y ojos dorados como el sol.Desde que lo había conocido, el tipo le había parecido pedante y sumamente molesto, pues este, se dedicaba a acosarla a diario, sin embargo, en ese momento, el joven no tenía ojos para nadie más, solo para el pequeño que se estremecía con cada trueno que resonaba en la distancia.―Tranquilo, ponte estos ―dijo el joven sacándose unos audífonos bluetooth de su bolsillo ―No sé si te guste el tipo de música que escucho, pero, creo que será mejor que los truenos ――Gracias… ―masculló el niño mientras se colocaba los audífonosSintiendo curiosidad porqué tipo de música escucharía aquel joven presumido, la castaña mantuvo sus ojos clavados en su hermano, el cual, s
Eran alrededor de las ocho de la mañana en la hermosa isla de Arcadia, donde sus habitantes, iban y venían por las calles de los diferentes distritos para cumplir con sus deberes diarios.Al igual que los civiles, en el sagrado palacio de Interlunio, todos sus habitantes habían comenzado a realizar sus tareas desde muy temprano, sobre todo, el ejército imperial, el cual, cumplía con su rutina diaria de entrenamientos y vigilancia, pues, tras el secuestro del rey, esta se había endurecido.Pese a que habían capturado al culpable, el paradero del rey era aún desconocido, por lo que, el palacio, se vigilaba incluso tras sus murallas.Los encargados de aquella tarea, eran los nuevos cadetes, los cuales, eran supervisados por los soldados más experimentados.― ¡Oye! ¡Damián! ―le gritó un joven de tez morena a un joven de cabello oscuro que tenía algunas mechas grises ―Deja de distraerte con las criadas, te meterás en problemas si Aidée te descubre ―― ¿Qué sucede? ¿Acaso te gusta la nueva?