— No es tu culpa — mencionó Sabrina a Cristal. Ella volteó con mucha congoja al escucharla, ambas lunas habían permanecido en silencio, pero profundamente preocupadas, observando cómo intentaban detener al alfa sin éxito alguno. — Tou es muy astuto — añadió Sabrina con un tono contenido.
— ¡Sé que quieres hacerme sentir mejor! Sea o no mi culpa, ¡no puedes evitar que me sienta mal! — espetó Cristal con tristeza evidente, mientras volvía su mirada hacia su descontrolada pareja.
Cristal observó a Kogan y Rax atacando sin piedad, mirando con creciente angustia mientras intentaba contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Desde su posición, podía ver cómo Hiro luchaba desesperadamente por mantenerlos alejados de los heridos, pero cada esfuerzo parecía inútil. Sus golpes, aunque precisos, apenas lograban ralentizar a su hermano, quien respondía con una furia descomunal.
El lobo terrible, en uno de sus incesantes ataques, hirió la pierna de Hiro, afectando su agilidad. Cristal cer