CAPÍTULO 30
Después de unas horas, Rax le devolvió el control a Kogan. Él observó a su pareja, que miraba tranquilamente por la ventana. Trató de leer sus pensamientos, pero por más que lo intentó, no pudo hacerlo. No entendía cómo ella podía bloquear su vínculo. Aunque ya no percibía su enojo, no hacía falta adivinar para saber que el deseo de marcharse seguía latente en su mente. Sabía que ahora no intentaría escapar, porque su marca le causaría un dolor insoportable si lo hacía.

En varias ocasiones, Cristal observaba a Kogan sin apartar la mirada. Lo veía realizar sus tareas a la perfección, llena de incertidumbre por lo que él hacía. Kogan percibió su deseo de acercarse, pero algo la detenía siempre. Seguía sin comprender qué la impulsaba a mantenerse alejada. Perdido en sus pensamientos, escuchó la puerta abrirse, y vio a Roland entrar con unos documentos para que los firmara. Ambos voltearon cuando Cristal se levantó y abrió la ventana junto a ella. Una brisa fresca entró. Kogan cerró los oj
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