Una semana después…
—¿Cómo te sientes hoy, tía Mariana? —preguntó Janette con una sonrisa mientras entraba en la habitación de hospital de tía Mariana.
Tía Mariana se incorporó con una sonrisa.
—Me siento mucho mejor. Las migrañas se han ido y no puedo esperar para salir de aquí pronto —dijo, y Janette la miró.
—No me refería a irme de tu lado, cariño. Me refería a salir del hospital. El olor a medicinas y desinfectante me enferma, cielo.
Janette soltó una risita.
—Te entiendo. Y te estás recuperando rápido. Si sigues así, estoy segura de que te darán el alta el próximo fin de semana.
Tía Mariana no pudo contener su alegría.
—Esa es una noticia maravillosa. Ahora… —le guiñó un ojo a Janette—. ¿Qué hay de la sorpresa que dijiste que tenías para mí? Ya sabes que me encantan las cosas inesperadas, ¿verdad?
Janette sonrió.
—La sorpresa viene en camino. Sofía la está trayendo.
—¿Quién es Sofía? —preguntó tía Mariana.
Janette sonrió ampliamente.
—Lo sabrás cuando lleguen —dijo y suspiró—. D