Guillermo estaba sentado en la oficina, revisando unos archivos cuando Víctor, su asistente personal y mejor amigo, entró con una expresión triste en el rostro.
—Guillermo —lo llamó Víctor, con nerviosismo goteando en su tono mientras pasaba una mano por su cabello castaño.
Guillermo levantó la vista para encontrarse con los ojos grises que lo observaban y alzó una ceja. Nunca había visto a Víctor tan nervioso o tan abatido.
—¿Qué ocurrió? —preguntó, volviendo la atención a su portátil mientras tecleaba.
Víctor dudó un momento, y Guillermo volvió a mirarlo, instándolo a hablar. Víctor respiró hondo.
—Me reuní con Juana para lo de la planificación de la boda, como me pediste, pero…
—¿Pero qué? —preguntó Guillermo.
Víctor se aclaró la garganta.
—Ella pidió que nos detuviéramos. Dijo que no está lista para preparar ninguna boda por ahora —explicó, y los dedos de Guillermo se detuvieron sobre el teclado.
Su expresión se endureció mientras alzaba la vista para encontrarse con la mirada de