Capítulo 51 – Dejar de ser un gilipollas.
Meryem bajó del coche y se despidió de nosotros con la mano, en la puerta de su casa, mientras Kevin metía primera, dispuesto a marcharse del lugar.
Condujo hacia mi casa, sin hablar siquiera, mientras yo miraba por la ventanilla, admirando el hermoso amanecer.
Se paró antes de doblar la esquina que llegaba a mi calle, incluso paró el motor.
Agarré el bolso, y abrí la puerta, dispuesta a marcharme, sin decir palabra alguna, cuando le escuché de nuevo.