Aquella noche era hermosa, llovía con fuerza, pero aun así nunca había visto una noche tan bonita como aquella.
Por primera vez en mucho tiempo me sentía libre. Ya no tenía nada que me atase a Han Tae Sang.
Había llegado del hotel un par de horas antes y me sentía satisfecha de haber podido dejarle atrás.
Ahora lo sabía, ya no sentía nada por él, tan sólo eran sentimientos del pasado, tan sólo eran recuerdos.
Miré hacia abajo, hacia el pequeño buldog francés que había recogido de la tienda de animales aquella misma tarde. Era precioso, de un marrón chocolate y un blanco nuclear precioso.
Lo cogí en brazos mientras notaba como la felicidad del animalillo crecía.