CAPÍTULO 28 – Nuestras elecciones nos definen.

Asomada en el balcón de la enorme casa de la señora miraba hacia abajo, donde un apuesto hombre me devolvía la mirada y sonreía hacia mí. Estaba tan apuesto como de costumbre.

Sonreí hacia él, mientras corría hacia la puerta.

Era toda una suerte que mi hermana hubiese salido a pasear con Pope, quién había vuelto de España.

  • Estás preciosa – Dijo al verme frente a él, haciendo que me derritiese al escucharle. Pope tenía razón, él era el único que podía hacerme feliz. Con sólo verle una energía positiva se expandía por cada parte de mi cuerpo.
  • ¿Te das cuenta de que es nuestra segunda cita oficial? – pregunté divertida mientras el sonreía avergonzado.
  • Te he echado de menos – me susurró en el oído para luego besarme delicadamente sobre la mejilla. Sus palabras habían hecho que se me erizaran los pelos de la nuca.
  • ¿Dónde vas a llevarme? – Pregunté mientras me mordía el labio inferior nerviosa.
  • Es un
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