Capitulo 51

La sala no había cambiado mucho. Seguía teniendo el mismo sofá descolorido, el mismo retrato familiar torcido colgado demasiado alto sobre el televisor. Las cortinas estaban corridas, dejando pasar solo finos rayos de luz a través del encaje polvoriento.

Me dejé caer en el sillón marrón, ese que rechinaba al sentarme, apretando las manos para no caerme. El corazón me latía a mil por hora.

Mi madre estaba de pie frente a mí, con los brazos cruzados, mi mirada recorriéndome lentamente. Como si estuviera calculando. Casi como si intentara averiguar si yo era real o solo una alucinación muy cara.

—Estás… guapa —dijo finalmente, con voz monótona.

Sonreí levemente, aliviada. —Gracias, mamá…

—Claro que sí —me interrumpió bruscamente. —Seguro que te mantiene bien alimentada y vestida como una muñeca.

El cumplido se convirtió en un insulto. Parpadeé, desconcertada. —Yo… él… él me cuida. Sí, mamá.

Entrecerró los ojos. —¿Y desde cuándo te mereces algo de eso?

Me quedé sin aliento.

—Mamá…

Inclinó
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