— Me siento tan afortunada, Alejandro —dijo Luciana, mirándolo con una mirada profunda—. Este día es más hermoso de lo que jamás imaginé. Y todo ha sido posible porque estamos juntos.
Alejandro la abrazó, dejando que el momento se inundara de amor. Sintió que todo en su vida había tenido un propósito para llevarlos a este instante.
— Yo también, Luciana. Cada segundo contigo ha sido más valioso de lo que puedo describir. Y ahora, frente a todos, voy a prometérselo a todos, a ti, que no hay nada más que desee que pasar mi vida contigo.
A medida que las horas pasaban y la noche se acercaba, la emoción crecía. Luciana y Alejandro se miraban el uno al otro, sabiendo que este día era solo el principio de una vida llena de sorpresas, amor y aventuras por compartir. El hotel, con su lujo sutil y su atmósfera mágica, se preparaba para recibir a los invitados que serían testigos del día en que sus corazones se unirían, un momento único que marca sus vidas, y a todos los que los amaban, ya era