90. Voy a encontrarte.
Subo a un taxi y le doy una dirección al azar, solo para poner distancia. Mientras el coche arranca, mi celular vibra en mi bolso. Lo saco y, al ver el nombre en la pantalla, no sé si reír o llorar.
Es Vicente.
¿Respondo? Si lo hago, sé que la conversación será una batalla psicológica, con más riesgos que recompensas. Pero si no lo hago… bueno, tal vez sea aún peor.
—¿Valeria? —su voz suena, baja, cargada de rabia contenida cuando respondo. Es como estar frente a un volcán a punto de estallar.
—Vicente —respondo con una calma que no siento realmente—. No es lo que piensas.
—¿No? —dice, riendo sin humor—. Estabas con ella, Valeria. Con la Reina. Justo después de que ella destruye mis almacenes y ataca a mi madre. ¿De verdad crees que voy a creer cualquier excusa barata que tengas?
—No estaba con ella, no como crees —respondo, intentando sonar convincente—. Ella apareció en mi apartamento. Me sorprendió tanto como a ti.
—¿Me tomas por imbécil? —gruñe, y puedo sentir la rabia hirviendo a