Amor profundo que llega tarde
Amor profundo que llega tarde
Por: Ilina
Capítulo 1
Cuando ocurrió una avalancha en la estación de esquí, Sofía Jiménez, tras ser empujada por su prima Luciana, rodó montaña abajo y estuvo atrapada al fondo de la montaña durante seis días y, de no haber sido por una rama que le atravesó el pie y dejó un rastro de sangre por toda la nieve, probablemente nunca la habrían encontrado, mientras que Luciana solo se dislocó un brazo.

Sofía estaba recargada contra un tronco, apenas consciente, tan débil y delgada que parecía a punto de fundirse con la nieve.

Cuando la vieron, el equipo de seguridad avisó inmediatamente a Diego por radio:

—Señor Martínez, ¡encontramos a la señorita Jiménez!

Pronto un helicóptero, levantando vientos, bajó frente a Lucía, quien esforzándose en mantener sus ojos abiertos logró distinguir a Diego y detrás de él, a Luciana.

Diego se acercó apurado y, al ver su figura tambaleante, comenzó a regañarla sin piedad:

—¿Por qué andas de un lado para otro? ¡Si te hubieras quedado en un solo sitio, no habríamos tardado seis días en encontrarte! Tuve a todo mi equipo trabajando sin descanso, por tu culpa. ¡Sólo eres feliz causando problemas, ¿verdad?!

Al principio, las bajas temperaturas del invierno, la nieve cubriéndolo todo y el temor a perderse, la obligaron a mantenerse quieta, esperando a que Diego llegara a rescatarla, pero llegó la noche con su oscuridad. Los ojos brillantes en la oscura soledad, los ruidos desconocidos a su alrededor, la brega para prender una antorcha y sus ojos bien abiertos durante días y noches, dan cuenta de lo mal que lo pasó..

Finalmente se acabó su comida, así que tuvo que moverse, pero el cruel invierno apenas si la dejo encontrar algo para engañar el hambre. Los días pasaron, mientras ella se iba quedando sin nada, apagándose. Ahora, solo escuchó los reclamos de Diego, cabizbaja y sin fuerzas para responder.

Diego siempre la acusaba de ser escandalosa, problemática y manipuladora.

Y como siempre que surgía algún problema, sin importar cómo intentara explicarse, su respuesta siempre era:

—¿Estás inventando cosas otra vez? ¿Qué truco estás tramando ahora?

Ya no tenía caso. No quería discutir con él, que fuera lo que él dijera.

Uno de los guardaespaldas, golpeado por el viento, estornudó y murmuró:

—En estas montañas suelen aparecer lobos. Si se hubiera quedado en un solo lugar, probablemente ahora sería puro hueso.

—¡Ay! —Luciana fingió sorpresa tapándose la boca—: Sofía, ¿ese es amigo tuyo?

El guardaespaldas, confundido, negó con la cabeza:

—No, no la conozco.

Era su primer día de trabajo, no conocía a sus compañeros, mucho menos a Sofía.

Luciana sonrió con malicia:

—Ya veo, como te preocupas tanto por ella, pensé que se conocían.

Y dirigiéndose a Sofía, bromeó irónicamente.

—Debes tener mucho encanto, para que alguien, que acabas de conocer, te defienda así.

Como era de esperarse, la cara de Diego se puso seria:

—Sofía, ¿es que no puedes controlarte?

Luego se volteó hacia el guardaespaldas que había hablado y dijo fríamente:

—Tú, no vuelvas a trabajar aquí… Y les recuerdo a todos, que yo soy su jefe, y si alguien más no sabe cuál es su lugar, puede largarse también.

Con estas palabras, todos retrocedieron unos pasos, con miedo de provocar su enojo y perder sus trabajos.

Fue Luciana quien se acercó primero:

—Sofía, ¿estás bien?

Intentó ayudarla a levantarse.

—Diego, Sofía no me dislocó los brazos a propósito; Ella es solo una niña consentida a la que no le caigo bien. No te enojes con ella. Mira mis brazos ya sanaron. Además, Sofía ha estado sola en la montaña tanto tiempo, seguro que extraña su casa, vámonos rápido.

—¡Deberías agradecer que Luci no se lastimó los brazos, de lo contrario solo muriendo en esta montaña podrías pagar tu culpa. ¡Ah, y te aviso: la boda se cancela: Cuando te des cuenta de tu error, la celebraremos!

—Tú provocaste todo esto, aquí todos sabemos que esta estación de esquí natural no tiene protecciones y es peligrosa. ¡Pero tú, por andar sacando fotitos aquí y allá te pasó esto, ¡solo tú eres culpable!

Y resopló, soltándole—: ¡Sofía, si no fuera porque tus padres me salvaron la vida, ya hubiera roto el compromiso!
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