Amanda y Sebastián tuvieron una cena espectacular, los platillos fueron cocinados a la
perfección y la banda tocó sus canciones favoritas. Ninguno de los dos pudo resistirse,
Sebastián tomó la mano de Amanda y la llevó a la pista de baile, donde bailaron hasta quemar
todas las calorías consumidas.
El hecho que “El miñón dorado” cocinara sus platillos favoritos y pusieran la música que les
gustaba no fue una sorpresa; Amanda era dueña de ese restaurante, mejor dicho la banda de
Amanda era dueña de “El miñón dorado”.
Cuando salieron del restaurante, Amanda estaba tan feliz que podía dar una voltereta. No lo
hizo, todavía conservaba malos recuerdos de la ultima vez que lo intentó. Tenía diez años y
quería impresionar a unas futuras amigas, se fracturó las muñecas. Ese hecho probó quieres
eran sus verdaderas amigas porque durante varias semanas, Amanda no podía ni siquiera
comer sola.
Amanda estaba apoyada en el hombro de Sebastián, un hombre, una cabeza, más alto que
ella. Amanda amaba a