Aquella escena en ese encerrado cuartucho llamado “oficina” era como de una historia de acción. Daniel tenía al guardia agarrado por el cuello de la camisa y sus pies se elevaban en el suelo, mientras le decía cosas que ella no podía entender, porque él hablaba entre dientes y bastante quedo.
—¿Daniel, qué está pasando? Bájalo, lo vas a herir —imploró Ava entre susurros, pero sus palabras fueron ignoradas por su prometido.
Ava se llevó las manos a las sienes y de inmediato cerró la puerta para evitar que la gente viera dicho espectáculo bochornoso. Ella se acercó lo suficiente para intentar que Daniel la viera y desistiera de esa locura para que bajara al pobre hombre que parecía intimidado por lo que fuera que le estuviese diciendo. Cuando logró quedar frente a ellos, logró escuchar la ultima frase que él le dedicó al guardia.
—Y te largas, estás despedido, no te quiero volver a ver aquí, ¿oíste bien? —espetó Daniel para darle un empujón a Gabriel, que cabizbajo comenzó a tomar sus