El trayecto de regreso desde el viñedo continuó en silencio, y Ava se encontraba cada vez más ansiosa por saber qué estaba pasando en la mente de Daniel. Su cabeza daba vueltas y había olvidado por completo colocarse el cinturón; cuando se dio cuenta y lo hizo con dificultad, se dio cuenta que su prometido tampoco se lo había puesto, pero no se atrevió a decírselo. Finalmente, no pudo soportar más la tensión y rompió el silencio.
—Daniel, por favor —dijo en un hilo de voz —, ¿puedes decirme qué está pasando? Estoy realmente preocupada.
Daniel, sin mirarla, frunció el ceño y apretó el volante con fuerza mientras aceleraba el auto. La tensión en el ambiente era palpable, y Ava comenzó a temer lo peor, sobre todo por el estado no tan sobrio de él.
—Daniel, no puedo soportar este silencio —comentó Ava, intentando mantener la calma — ¿Es por lo que pasó en el restaurante? ¿Es… por tu primo Omar?
Daniel seguía sin responder, y eso solo aumentaba la ansiedad de Ava. A medida que avanzaban