—Santiago?
Finalmente, Juliana se acercó valientemente. Su sombra proporcionó cierto alivio del sol, y él, siguiendo su instinto, se inclinó hacia ella.
Juliana quedó atónita; su peso entero la presionó y casi la volcó.
—Oye!
Juliana lo empujó hacia atrás con fuerza, y Santiago cayó hacia el otro la