La voz de Luna resonó a través del teléfono, con un toque de alivio.
—En realidad, he tenido esa idea, pero ya incumplí un contrato una vez, y no sé quién sería el alma caritativa que me ayudaría a saldar otra deuda.
—¡Diego! —Juliana dijo sin pensarlo.
Luna rió a carcajadas en respuesta y, después