Como le había dicho a Sergio antes, él tampoco buscaba su perdón.
— La muerte de mi abuelo fue en gran parte por mi culpa, así que en este asunto no discutí con usted. Si quería insultarme o darme unos puñetazos para desahogarse, podía aceptarlo sin devolverle el golpe. Pero creía que esa no era la